viernes, 18 de julio de 2008

Articulo La Iglesia: Una comunidad terapéutica

La Iglesia: Una comunidad terapéutica
Psicología Pastoral

¿Qué es la Iglesia?

Voy a presentar con dos definiciones. La primera la tomo de mi libro Psicología Pastoral de la Iglesia. Es un conjunto de personas que:

1.- Confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador personal,

2.- Conservan sus características individuales distintivas,

3.- Adoran juntos a Dios.

4.- Interactúan entre si a la luz del Evangelio para su mutuo enriquecimiento, y

5.- Colaboran con Dios para el logro de la redención de todo el hombre y de todos los hombres.

La segunda definición es muy sencilla: La Iglesia es una Comunidad Terapéutica.

Al afirmar la naturaleza terapéutica de la Iglesia estamos aceptando que en su seno existe la salud y la enfermedad. Desde tiempos de Jesús hasta nuestros días la Iglesia ha vivido en la permanente tensión entre lo que es y lo que debe llegar a ser. Si bien es el propósito de nuestro Señor "Presentársela a si mismo, una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha" (Efesios 5:27), a través de la historia encontramos multitud de manchas y arrugas en la vida de la Iglesia.

Jesús funda la Iglesia-Comunidad Terapéutica

Jesús se dirige a la asamblea multitudinaria (Iglesia) reunida a su alrededor en lo mas alto de la montaña y les dice: "Vosotros sois la sal de la tierra....vosotros sois la luz del mundo". Es evidente que su mensaje es dirigido a toda la Iglesia y no solo a un grupo clerical, los apóstoles. Mateo 5:1 nos muestra claramente que Jesús subió a la colina porque había visto a la multitud y quería que ésta le viera y le escuchara.

Nuestro Señor sabía que la multitud que lo rodeaba estaba integrada por personas imperfectas, por enfermos morales, espirituales, mentales y físicos. A pesar de esa realidad la multitud, para Jesús, se había convertido en una comunidad terapéutica por el sólo hecho de congregarse alrededor de El. Les dice: "Vosotros sois...", el verbo está en presente de indicativo, no en futuro. No dice seréis, sino YA SOIS. El modo indicativo muestra lo que una persona es, el modo imperativo lo que debe ser.

A lo largo de todo el capítulo cinco del Evangelio según San Mateo aparece la tensión existencial entre lo que YA SON y lo que TODAVIA LES FALTA. Esta tensión se expresa a través del binomio: "Oísteis que fue dicho a los antiguos.....MAS YO OS DIGO". Después de mostrarles una moral superior a la que conocían, presenta a sus oyentes, la meta que deben alcanzar: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Tm. 5:48). Aquí utiliza el modo imperativo. Este versículo podría traducirse así: "SED plenamente humanos así como vuestro Padre Celestial ES plenamente Dios". Así traducido, el modo indicativo es para Dios y el imperativo para el hombre.

En este texto hay dos polos, uno representado por los versículos 13 al 16 y el otro por el versículo 48. En el primero dice a la multitud integrada por personas con todo tipo de imperfecciones: "Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo". La sal no sólo sirve para dar sabor, en tiempos bíblicos era muy valorada porque evitaba la putrefacción de las carnes. Conservar los valores humanos, como la sal hace posible la conservación de la existencia material, sigue siendo el desafío de Dios a la Iglesia-comunidad terapéutica. El hecho de que esta pequeña comunidad va a iluminar al mundo con la luz recibida de Jesucristo es tan evidente como una ciudad edificada sobre un monte, no se la puede esconder. Jesús añade: "Así alumbre (modo imperativo en griego) vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestra obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (5:16).

Toda comunidad cristiana es terapéutica porque se congrega en torno a Jesucristo y por lo tanto, las personas que a ella se aproximan pueden recibir su influencia sanadora. Es terapéutica, además, en el sentido de que todos sus integrantes son, o deben ser, conscientes del abismo existente entre lo que son y lo que deben llegar a ser. La acción terapéutica de la Iglesia se expresa, entonces, tanto a través del crecimiento personal de cada uno de sus miembros, como en la misión redentora y terapéutica con las personas que se aproximen a ella.

La función terapéutica de la Iglesia es otra manera de expresar su misión evangelizadora. Debemos recordar que el verbo griego terapeuo, de donde viene terapéutica, tiene como primer significado CUIDAR, el segundo es CURAR. Son muchos los textos bíblicos que señalan la necesidad de cuidarnos los unos a los otros. No tenemos tiempo hoy para ocuparnos de ellos.

La función de los líderes en la misión terapéutica de la Iglesia

Jesucristo es el terapeuta por excelencia. Cuando se sentó, para predicar su Sermón de la Montaña, sus discípulos vinieron a El. Posiblemente se sentaron a su lado. Hoy como ayer, en toda comunidad cristiana hay un pequeño grupo de personas que asumen una mayor responsabilidad en el ministerio de la Iglesia y por lo general se espera de ellos que estén un poco mas cerca de Cristo que los demás. No siempre es así.

Los líderes que vitalizan cada congregación local, como afirmé en mi definición de la Iglesia, deben interactuar entre si a la luz del Evangelio para el mutuo enriquecimiento y para colaborar con Dios para el logro de la redención de todo el hombre y de todos los hombres. Cuando esta interacción es de signo positivo, se parece a una estructura de hormigón que hace posible la seguridad de la vida de todos cuantos viven en un inmenso edificio de departamentos. Pero si la interacción es de signo negativo ese liderazgo es semejante a un hormigón armado con poco cemento que puede terminar en una tragedia. ¡Cuantos que ayer fueron fieles al Evangelio hoy se encuentran alejados por el destructivo mal ejemplo de quienes habían sido colocados por el Señor para ser el sostén de la Iglesia de Dios!

¿Por qué ocurre esta triste experiencia en tantas congregaciones? En mi opinión, esto se deba a un aspecto de mi definición de la Iglesia: "Conservan sus características individuales distintivas". Cada creyente, al convertirse, produce algunos cambios internos, pero siempre dejando intacta su estructura psíquica. Esta estructura se consolida dentro de los seis primeros años de vida. Después, todo es pura repetición. No es posible realizar cambios estructurales. Lo mismo ocurre con un edificio, podemos adaptarlo para que sea: Casa de velatorios, hotel, monasterio, escuela, etc. Pero no podemos tocar la estructura porque el edificio se viene abajo. Hay personas que hacen daño a la Iglesia sin saberlo, en algunos casos, creyendo que con su acción sirven a Dios. Un buen ejemplo es el de Saulo de Tarso camino a Damasco. La función terapéutica de la Iglesia, bajo el señorío de Jesucristo, puede convertir a muchos Saulos de Tarso de hoy en proclamadores de la Palabra.

Jesucristo es el terapeuta de los líderes de la Iglesia, los quiere a su lado, como en el Sermón de la Montaña. Es bueno releer en las Escrituras lo que fueron sus discípulos originales antes de encontrarse con El, lo que fueron durante su ministerio y lo que llegaron a ser después de su muerte, resurrección y presencia del Espíritu Santo. Como El le dio un nuevo sentido a la vida de sus discípulos del Siglo I, también quiere transformar las vidas de los dirigentes de hoy. Es la certeza de la presencia de Dios lo que convierte a una persona común en un dirigente de la Iglesia de Jesucristo. Debemos procurar esa presencia en nuestras vidas cada dia.

Naturaleza terapéutica de la fe cristiana

El encuentro con Dios como Padre:

"Sed....como vuestro Padre que está en los cielos". Esto implica el reconocimiento de que estamos en falta. Es muy difícil llegar a ser tan humanos como Dios es Dios. Solemos tomar a nuestro padre terrenal como modelo del Otro Padre. Así algunos se crean padres imaginarios terribles y persecutorios sin tener en cuenta el Padre Real que nos revela Jesucristo. EL DIOS DEL AMOR.

En la vida de cada persona existe una tensión existencial entre la rebeldía y la sumisión para con sus respectivos padres. En algunas personas la rebeldía o la sumisión total conduce a expresiones religiosas o antireligiosas que son fundamentalmente neuróticas.

En la pedagogía divina los padres desempeñan un papel muy importante como modelo de la relación padre-Dios. Todos nacemos en situación dependiente de seres todopoderosos que nos trascienden. Desde la perspectiva de un niño los padres lo saben todo. La primera oración humana es el llanto del niño que todavía no sabe hablar. Ruega a los seres poderosos y, por lo general, su oración es escuchada y atendida.

Todo ser humano necesita del amor y del apoyo de ambos padres. El clima de amor y seguridad del hogar son elementos indispensables para la adecuada formación de la personalidad. Al mismo tiempo, el reconocimiento de Dios como Padre, que no tiene los defectos del propio, a quien no hay que idealizar porque es ideal y perfecto; al cual es posible someterse sin alienarse porque nos concede la suficiente libertad para expresar nuestra creatividad, conduce al ser humano a la plenitud de la vida espiritual y emocional.

El encuentro con la Iglesia como familia de Dios.

Cada uno de nosotros lleva detrás, como su sombra, una historia que es singular, única. El niño debe aprender, además, a interactuar con sus hermanitos. Frente a éstos también existe una tensión, en este caso entre la competición y la camaradería. Cuando la competición se convierte en actitud de vida se expresa en todos los aspectos de la convivencia.

Hay personas que viven casi permanentemente creando situaciones tensas en las congregaciones a las que pertenecen. No pueden dar cuenta de que sus problemas -que supuestamente son problemas de los otros- tienen su raíz en la incapacidad para establecer el equilibrio entre la camaradería y la competición en su vida familiar. Generalmente quien se lleva mal con los miembros de la Iglesia no tiene mejores relaciones con los miembros de su propia familia.

Recuerdo una experiencia singular ocurrida hace más de 20 años. Habían aparecido en el culto, el mismo domingo, dos familias procedentes del interior del País. Al cabo de cierto tiempo visité a estos matrimonios y en los dos casos les pregunté su opinión sobre la congregación que habían escogido al llegar a Buenos Aires. Uno de ellos dijo que la gente de la congregación era amorosa y fraternal y que existía una atmósfera espiritual que les edificaba. Para el otro matrimonio, se trataba de creyentes tibios, no muy espirituales. Vale la pena citar las palabras tal como fueron dichas: "Un matrimonio nos invitó a conocer Buenos Aires sólo para que supiéramos que se habían comprado un coche nuevo, nos pareció gente muy orgullosa". ¿Estaban hablando de la misma congregación? Si, pero según el color de los lentes de cada uno. No fue necesario investigar mucho para descubrir la problemática familiar del matrimonio criticón. Les pregunté por el resto de su familia y saltó la liebre. Los dos miembros del matrimonio estaban peleados con sus respectivos hermanos carnales "porque éstos no eran creyentes y por lo tanto no podían comprenderlos"??

La experiencia religiosa no debe ser una evasión neurótica de la realidad, es muy común que la gente trate de escaparse de sus propios problemas emocionales, proyectándolos hacia afuera, hacia los otros. Por otro lado, los neuróticos se atraen entre sí, formando a veces verdaderas comunidades enfermizas y enfermantes.

El poder terapéutico de la fe cristiana, expresado a través de la Iglesia, hace posible la reconciliación entre hermanos divididos por tensiones de origen psicológico. Si somos capaces de comprender que existen causas que proceden de la familia de origen, los problemas serán esclarecidas. Si nos movemos con el espíritu comprensivo y amoroso que corresponde a una comunidad de fe que actúa como comunidad terapéutica.

Al final del capítulo 4 del Evangelio según San Mateo encontramos la multiforme problemática de la gente que vino a escuchar a Jesús cuando predicó su Sermón llamado de la Montaña. Tenían mas problemas que los que podría tener una congregación de nuestros idas. Sin embargo, por el sólo hecho de reunirse en torno a Jesucristo aceptándolo como Señor, Salvador y Maestro, Jesús les dijo: "Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo". Si lo dijo a ellos ¿por qué no a nosotros?

Si realmente nos congregamos en torno a Jesucristo, como los que escucharon el Sermón de la Montaña, somos Iglesia-Comunidad Terapéutica. Pero si tomamos a la Iglesia como un club religioso entonces hay una gran diferencia. Si solo tenemos lo que Wesley llamaba una religión de verano, si no tomamos en serio la realidad de que Jesucristo es el Señor de la Iglesia, jamás seremos una comunidad terapéutica.

Generalmente son pocos los que se disponen a ser líderes de la Iglesia. Es decir, los que están dispuestos a estar al lado de Jesús, como en el Sermón de la Montaña, asumiendo responsabilidades y acompañando al Señor en su tarea. Estos hermanos, a veces son muy criticados por los que no hacen nada. Sin embargo, el futuro de una congregación depende de su liderazgo laico. Es necesario que a los dirigentes de la Iglesia, - sean pastores o laicos - los conozcamos más, los respetemos más, los amemos más, los imitemos más y los critiquemos menos. Es necesario reconocer nuestras diferencias como sujetos singulares que somos. No hay plural para cada uno de nosotros, solo singular. Que seamos diferentes no significa que seamos mejores o peores. Sencillamente somos distintos. Debemos aceptar nuestras diferencias y respetar nuestros disensos, para poder abrazarnos en el amor de Cristo.

El reconocimiento de Dios como Padre amante, que nos perdona nuestros pecados y nos motiva a vivir una vida superior, es una necesidad para cada cristiano. Dios es amor, nos dice San Juan, y esa definición va mas allá de las palabras que representan esta idea.

Es necesario reconocer a los miembros de nuestra comunidad como nuestros hermanos en la familia de Dios. Debemos ayudarnos unos a otros para comprender esos "errores que nos son ocultos" como dice el Salmo 19:12. Errores que no podemos comprender sin la ayuda del hermano. Que el Señor os bendiga y os guarde y os permita ser una Iglesia Militante, mas cercana al ideal del Nuevo Testamento por el esfuerzo de todos, bajo el Señorío de Jesucristo y el poder del Espíritu Santo. Amén.

© Psicopastoral - 2007

Publicado con permiso de su autor del Dr. Jorge León

www.psicologia-pastoral.com.ar

2 comentarios:

Orhac dijo...

Orhac, Derechos Espirituales del Creyente

Bien, es muy recurrente escuchar diferentes voces afirmando la definición de ¿Qué es la iglesia? o ¿Qué es una iglesia?

Dos preguntas diferentes una de la otra, puesto que la primera pregunta entendemos que se refiere a la Iglesia de Jesucristo, el Hijo de Dios.

En cambio, la segunda pregunta se referiría a miles de formatos de cultos, según los diferentes liderazgos que las conduzcan; como es el caso de "La Iglesia, una comunidad terapéutica".

Pero parecería que los miles de liderazgos de estas diferentes iglesias, tuvieran voto de silencio cuanto se les cuestiona sobre la Estructura, infraestructura y el Formato de Gobierno que tienen, si se mueven bajo Efesios 4:11, si reconocen y practican el Consejo de Ancianos, si reconocen la función original de los diáconos de Hechos 6, etc.

Es muy fácil establecer "una iglesia" en competencia con La Iglesia que Jesucristo fundo de acuerdo con Mateo 16.

En todo caso, las expectativas que Jesús tiene de la Iglesia que el mismo fundó con su propia sangre, no son las mismas cuando se habla de iglesias privadas fundadas muy fuera del concepto de Iglesia que Jesús concibió para que los Creyentes llegaran a alcanzar el nivel que Dios espera de ellos.

A la búsqueda del eslabón perdido, el Liderazgo Espiritual que cumpla los objetivos de Cristo, con las herramientas, principios y gobierno que él concibió.

Fernando Martínez Constante
http://orhac.es.tl
orhac1@gmail.com

Esther dijo...

Muy edificante