CÓMO VIVIR PLENAMENTE LA
TERCERA EDAD
Filipenses 3.12-17; 4.10-13; Salmo 1.1-3
Cómo vivir plenamente la tercera edad
Introducción
Considero que vivir plenamente es vivir intensamente, satisfactoria o
felizmente. Una cosa es plena cuando está llena, colmada, rebosante. Cada edad
tiene desafíos y oportunidades para vivir plenamente, lo importante es vivir
cada cosa en su momento. Los adultos mayores tenemos que aprender a vivir
plenamente de acuerdo con nuestras realidades ya que ellas determinan la calidad
de nuestras vidas y las posibilidades de disfrutarla.
Tenemos que vivir plenamente de acuerdo con
1- Nuestra edad. El sabio Salomón escribió que Dios hizo la vida humana
hermosa para ser vivida en su tiempo, (Eclesiastés 3.11) Por ese motivo tenemos
que disfrutar cada etapa de la vida, incluso esta que nos toca vivir. Recordamos
que Caleb decía a los 85 años que tenía todo el vigor de su juventud, cuando
realmente lo que tenía era el entusiasmo, la experiencia, la sabiduría, la salud
y las ganas de vivir y de seguir conquistando, especialmente la parte de la
tierra que Dios le había prometido, pero pudo hacerlo con la ayuda de toda su
familia (Josué 14.6-15; 15.13-17). Tenemos que admitir que ya no tenemos la
fuerza ni las posibilidades físicas para hacer muchas cosas, pero que podemos
vivir plenamente de acuerdo con nuestra edad que determina en gran parte nuestra
realidad física.
2- Nuestra salud física. Los años producen deterioros que son distintos en
cada persona. Moisés murió a los 120 años teniendo salud y vigor físico, como
buena vista (Deuteronomio 34.7). Otros tienen distintas limitaciones como Isaac
quien quedó ciego (Génesis 27.1). Lo importante es disfrutar todas las cosas
que tenemos y que la salud nos permita gozar. Es verdad que hay enfermedades
dolorosas que nos limitan para hacer muchas cosas pero, esta verdad no debe
impedirnos vivir intensamente. Pablo tuvo un problema en la vista pero no se
detuvo y siguió adelante con su misión (Gálatas 4.12-14; 6.11).
3- Nuestra salud emocional y neurológica. Diversas circunstancias pueden
afectarnos emocional o neurológicamente generando depresión, mal de Parkinson o
Alzheimer, entre otras muchas. Lo importante es no permitir que la
autocompasión, el enojo y el aislamiento le resten calidad a nuestra vida. El
mal carácter, la irritabilidad y las agresiones afectan las relaciones
interpersonales y hacen más difícil nuestras vidas y las de aquellos que nos
aman. Podemos vivir con paz y gozo espiritual con la gracia del Señor. Sin su
ayuda es imposible.
4- Nuestra situación social. Algunos tienen problemas económicos, otros
familiares o habitacionales. Esto motiva que algunos terminen en hogares para
ancianos o en geriátricos y se sienten abandonados por los suyos especialmente,
cuando no los visitan. Para vivir plenamente es fundamental aceptar las
realidades que nos tocan vivir. Pablo pasó varios años en la cárcel siendo un
adulto mayor. ¿Qué hizo? Escribió cartas como Filipenses, 1 y 2 a Timoteo y a
Tito entre otras. También predicó y enseñó, (Hechos 28.30,31; Filipenses
1.12,13).
5- Nuestra realidad espiritual. Tenemos que analizar nuestra relación con
Dios, ¿Somos sus hijos? ¿Tenemos la seguridad del perdón de nuestros pecados y
de poseer la vida eterna? Si ya somos cristianos: ¿Cómo estamos viviendo nuestra
fe? Tenemos que recordar que seguimos siendo mayordomos y por lo tanto
responsables de servir al Señor hasta que nos llame a su presencia. Tenemos que
cultivar nuestra vida espiritual porque eso nos permitirá ser como árboles
plantados juntos a un arroyo que sigue fructificando (Salmo 1.1-3, 92.12-15). No
debemos permitir que las malezas del pecado, la desidia y el descuido de nuestra
vida devocional nos haga perder la fe, la alegría y la confianza en el Señor.
Pablo, siendo mayor y estando preso escribió que seguía creciendo en el
conocimiento del Salvador (Filipenses 3.12-17). Su fidelidad y búsqueda de
crecimiento espiritual constituye un modelo de vida para los cristianos que lo
conocían, y para nosotros por medio de sus escritos.
Tenemos que hacer prevención para vivir plenamente ¿Cómo?
1- Cuidando nuestra salud física Tenemos que hacer los controles y los
tratamientos correspondientes. En la medida que podamos hagamos algún tipo de
ejercicios o actividades para mantenernos ágiles.
2- Cuidando nuestra salud emocional, No debemos permitir que nos dominen
malas emociones y sentimientos como el enojo, la ira, los resentimientos, etc.
(Efesios 5.29-31).
3- Cuidando nuestra relación con Dios Para lograrlo debemos cultivar
nuestra vida espiritual leyendo la Biblia, orando, escuchando música cristiana,
mensajes y programas que nos inspiren y mantengan siempre deseosos de seguir
creciendo en nuestra vida espiritual. Es importante que, en la medida que
podamos asistamos a las actividades de la iglesia y que prestemos algún
servicio (Hebreos 10.23-25).
4- Aceptando nuestras limitaciones pero sin darnos por vencido. Si no
podemos correr, caminemos, si no podemos caminar vayamos en silla de ruedas. Si
no podemos leer, escuchemos. No nos amarguemos por lo que no podemos hacer y
busquemos de hacer lo que sí podemos y hagámoslo con gozo y gratitud y como para
el Señor (Colosenses 3.16,17).
Sugerencias prácticas para vivir plenamente la tercera edad
1- Vivamos cada día con gozo y gratitud, como el apóstol Pablo sepamos
estar contentos con nuestra situación, (Filipenses 4.11-13). El podía gozarse,
aun en la cárcel, porque encontraba en Cristo el poder y la gracia para sentirse
bien a pesar de los problemas y las necesidades que tenía. De acuerdo con
nuestra personalidad evidenciaremos mayo o menor alegría, lo fundamental es
tener gozo y paz en el Salvador (Filipenses 4.1). Cuando tenemos problemas
emocionales esto es más difícil pero no imposible ya que el Señor nos da paz y
contentamiento aun en medio de la tristeza (Filipenses 4.4).
2- Llenemos nuestra mente de buenos pensamientos, (Filipenses 4.8). Para
lograrlo tenemos que llenar nuestra mente de cosas buenas, recuerdos, pasajes
bíblicos, cita de libros, etc. Si no llenamos nuestra mente de cosas buenas, las
malas nos invadirán y angustiarán. En la medida que vamos perdiendo movilidad y
capacidad para hacer cosas, tenemos que ocupar nuestra mente con cosas positivas
e incrementar nuestro tiempo de intercesión a favor de tantas personas que
necesitan ser respaldadas con nuestras oraciones (Efesios 6.18-20).
3- Tengamos proyectos, aunque sean pequeños, Pablo estaba preso pero tenía planeado salir y visitar a los hermanos de Filipos y a Filemón (Filipenses 1.21-26; Filemón 22). Tenemos que tener proyectos para mañana, para la semana entrante y, si es posible, para meses más adelante. No deben ser proyectos imposibles de concretar. Pueden ser cosas simples desde leer un libro hasta dedicar un tiempo cada día para llamar a personas por teléfono para acompañarlos o evangelizarlos.
4- Seamos tan activos como nuestra salud lo permita. Aprovechemos toda
oportunidad que se nos presente (Romanos 12.11). Seamos proactivos, esto es,
personas que siempre están pensado en hacer cosas nuevas. Estar activos nos
anima, nos entusiasma y nos libra de la autocompasión. Otra virtud que debemos
cultivar es la paciencia: paciencia con nosotros mismos, con nuestros dolores y
con los demás (Tito 2.2).
5- No perdamos la esperanza. Esta esperanza va de esperar mejorar, si
estamos enfermos, hasta la esperanza de que el Señor vendrá a buscarnos para
darnos nuestra corona. Pablo tenía esa certeza y eso le impulsaba a seguir
viviendo en forma activa hasta su muerte (2 Timoteo 4.6-8).
6- Seamos agradecidos (1 Tesalonicenses 5.16-18). La gratitud nos permite
disfrutar lo que tenemos, sin sobredimensionar lo que nos falta. La gratitud nos
llena de alegría porque nos permite reconocer que todo lo que tenemos es un don
del Señor. Nos regocijamos por su bondad y provisión. Pero, como muchas veces
tenemos carencias y dificultades, sólo nos gozaremos por todo, cuando oramos sin
cesar y vivimos llenos del Espíritu Santo (Efesios 5.18-20).
7- Confiemos plenamente en la gracia y en el amor del Señor. Esta fe nos
permitirá saber que nada nos pasará sin que el Señor lo permita, y que todo
contribuirá para nuestro bien espiritual y eterno y que nada ni nadie nos
separará del amor de Dios (Romanos 8.28-39). Creer esta verdad nos consuela
cuando la angustia nos invade y nos sentimos solos o incomprendidos (Salmo
40.16,17). Por otro lado tenemos la seguridad que Él tiene el poder para
sanarnos si esa es su voluntad o para concedernos su gracias para sobrellevar
nuestro dolor con paz y gozo, como fue la experiencia del apóstol Pablo (2
Corintios 12.7-10).
Conclusión
Podemos vivir en plenitud en la medida que somos llenos de la presencia del
Espíritu Santo. Esa presencia divina nos permite sentirnos acompañados,
protegidos, ayudados y fortalecidos. Como Pablo podremos decir: “Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13).
Apreciado adulto mayor, lo animo para que se fortalezca y se goce en el
Señor y viva plenamente, en la medida de sus posibilidades. Acepte las
realidades de su vida como parte de la voluntad de Dios para usted y trate de
gozar al máximo de todas las cosas que tiene, sin quejarse de aquellas que no
tiene. Recuerde que, con la gracia de Dios, podemos disfrutar de la tercera
edad, que es una de las etapas de la vida que él hizo hermosa para ser vivida
plenamente a su tiempo.
Rogelio Nonini
22-04-017
22-04-017