sábado, 29 de abril de 2017

CÓMO VIVIR PLENAMENTE LA TERCERA EDAD

CÓMO VIVIR PLENAMENTE LA TERCERA EDAD
 

Filipenses 3.12-17; 4.10-13; Salmo 1.1-3
Cómo vivir plenamente la tercera edad
 
Introducción
 
Considero que vivir plenamente es vivir intensamente, satisfactoria o felizmente. Una cosa es plena cuando está llena, colmada, rebosante. Cada edad tiene desafíos y oportunidades para vivir plenamente, lo importante es vivir cada cosa en su momento. Los adultos mayores tenemos que aprender a vivir plenamente de acuerdo con nuestras realidades ya que ellas determinan la calidad de nuestras vidas y las posibilidades de disfrutarla.
 
Tenemos que vivir plenamente de acuerdo con
 
1- Nuestra edad. El sabio Salomón escribió que Dios hizo la vida humana hermosa para ser vivida en su tiempo, (Eclesiastés 3.11) Por ese motivo tenemos que disfrutar cada etapa de la vida, incluso esta que nos toca vivir. Recordamos que Caleb decía a los 85 años  que tenía todo el vigor de su juventud, cuando realmente lo que tenía era el entusiasmo, la experiencia, la sabiduría, la salud y las ganas de vivir y de seguir conquistando, especialmente la parte de la tierra  que Dios le había prometido, pero pudo hacerlo con la ayuda de toda su familia (Josué 14.6-15; 15.13-17). Tenemos que admitir que ya no tenemos la fuerza ni las posibilidades físicas para hacer muchas cosas, pero que podemos vivir plenamente de acuerdo con nuestra edad que determina en gran parte nuestra realidad física.
 
2- Nuestra salud física. Los años producen deterioros que son distintos en cada persona. Moisés murió a los 120 años teniendo  salud y vigor físico, como buena vista (Deuteronomio 34.7). Otros tienen distintas limitaciones como Isaac quien quedó ciego (Génesis 27.1). Lo importante es disfrutar  todas las cosas que tenemos y que la salud nos permita gozar. Es verdad que hay enfermedades dolorosas que nos limitan para hacer muchas cosas pero, esta verdad no debe impedirnos vivir intensamente. Pablo tuvo un  problema en la vista pero no se detuvo y siguió adelante con su misión (Gálatas 4.12-14; 6.11).
 
3- Nuestra salud emocional y neurológica. Diversas circunstancias pueden afectarnos emocional o neurológicamente generando depresión, mal de Parkinson o Alzheimer, entre otras muchas. Lo importante es no permitir que la autocompasión, el enojo y el aislamiento le resten calidad a nuestra vida. El mal carácter, la irritabilidad y las agresiones afectan las relaciones interpersonales y hacen más difícil nuestras vidas y las de aquellos que nos aman. Podemos vivir con paz y gozo espiritual con la gracia del Señor. Sin su ayuda es imposible.
 
4- Nuestra situación social. Algunos tienen problemas económicos, otros familiares o  habitacionales. Esto motiva que algunos terminen en hogares para ancianos o en geriátricos y se sienten abandonados por los suyos especialmente, cuando no los visitan. Para vivir plenamente es fundamental aceptar las realidades que nos tocan vivir. Pablo pasó varios años en la cárcel siendo un adulto mayor. ¿Qué hizo? Escribió cartas como Filipenses, 1 y 2 a Timoteo y a Tito entre otras. También predicó y enseñó, (Hechos 28.30,31; Filipenses 1.12,13).
 
5- Nuestra realidad espiritual. Tenemos que analizar nuestra relación con Dios, ¿Somos sus hijos? ¿Tenemos la seguridad del perdón de nuestros pecados y de poseer la vida eterna? Si ya somos cristianos: ¿Cómo estamos viviendo nuestra fe? Tenemos que recordar que seguimos siendo mayordomos y por lo tanto responsables de servir al Señor hasta que nos llame a su presencia. Tenemos que cultivar nuestra vida espiritual porque eso nos permitirá ser como árboles plantados juntos a un arroyo que sigue fructificando (Salmo 1.1-3, 92.12-15). No debemos permitir que las malezas del pecado, la desidia y el descuido de nuestra vida devocional nos haga perder la fe, la alegría y la confianza en el Señor. Pablo, siendo mayor y estando preso escribió que seguía creciendo en el conocimiento del Salvador (Filipenses 3.12-17). Su fidelidad y búsqueda de crecimiento espiritual constituye un modelo de vida para los cristianos que lo conocían, y para nosotros por medio de sus escritos.
 
Tenemos que hacer prevención para vivir plenamente ¿Cómo?
 
1- Cuidando nuestra salud física Tenemos que hacer los controles y los tratamientos correspondientes. En la medida que podamos hagamos algún tipo de ejercicios o actividades para mantenernos ágiles.
 
2- Cuidando nuestra salud emocional, No debemos permitir que nos dominen malas emociones y sentimientos como el enojo, la ira, los  resentimientos, etc. (Efesios 5.29-31).
 
3- Cuidando nuestra relación con Dios  Para lograrlo debemos cultivar nuestra vida espiritual leyendo la Biblia, orando, escuchando música cristiana, mensajes y programas que nos inspiren y mantengan siempre deseosos de seguir creciendo en nuestra vida espiritual. Es importante que, en la medida que podamos asistamos a  las actividades de la iglesia y que prestemos algún servicio (Hebreos 10.23-25).
 
4- Aceptando nuestras limitaciones pero sin darnos por vencido. Si no podemos correr, caminemos, si no podemos caminar vayamos en silla de ruedas. Si no podemos leer, escuchemos. No nos amarguemos por lo que no podemos hacer y busquemos de hacer lo que sí podemos y hagámoslo con gozo y gratitud y como para el Señor (Colosenses 3.16,17).
 

Sugerencias prácticas para vivir plenamente la tercera edad
 
1- Vivamos cada día con gozo y gratitud, como el apóstol Pablo sepamos estar contentos con nuestra situación, (Filipenses 4.11-13). El podía gozarse, aun en la cárcel, porque encontraba en Cristo el poder y la gracia para sentirse bien a pesar de los problemas y las necesidades que tenía. De acuerdo con nuestra personalidad evidenciaremos mayo o menor alegría, lo fundamental es tener gozo y paz en el Salvador (Filipenses 4.1). Cuando tenemos problemas emocionales esto es más difícil pero no imposible ya que el Señor nos da paz y contentamiento aun en medio de la tristeza (Filipenses 4.4).
 
2- Llenemos nuestra mente de buenos pensamientos, (Filipenses 4.8). Para lograrlo tenemos que llenar nuestra mente de cosas buenas, recuerdos, pasajes bíblicos, cita de libros, etc. Si no llenamos nuestra mente de cosas buenas, las malas nos invadirán y angustiarán. En la medida que vamos perdiendo movilidad y capacidad para hacer cosas, tenemos que ocupar nuestra mente con cosas positivas e incrementar nuestro tiempo de intercesión a favor de tantas personas que necesitan ser respaldadas con nuestras oraciones (Efesios 6.18-20).
 

3- Tengamos proyectos, aunque sean pequeños, Pablo estaba preso pero tenía planeado salir y visitar a los hermanos de Filipos y a Filemón (Filipenses 1.21-26; Filemón 22). Tenemos que tener proyectos para mañana, para la semana entrante y, si es posible, para meses más adelante. No deben ser proyectos imposibles de concretar. Pueden ser cosas simples desde leer un libro hasta dedicar un tiempo cada día para llamar a personas por teléfono para acompañarlos o evangelizarlos.
 
4- Seamos tan activos como nuestra salud lo permita. Aprovechemos toda oportunidad que se nos presente (Romanos 12.11). Seamos proactivos, esto es, personas que siempre están pensado en hacer cosas nuevas. Estar activos nos anima, nos entusiasma y nos libra de la autocompasión. Otra virtud que debemos cultivar es la paciencia: paciencia con nosotros mismos, con nuestros dolores y con los demás (Tito 2.2).
 
5- No perdamos la esperanza. Esta esperanza va de esperar  mejorar, si estamos enfermos, hasta la esperanza de que el Señor  vendrá a buscarnos para darnos nuestra corona. Pablo tenía esa certeza y eso le impulsaba a seguir viviendo en forma activa hasta su muerte (2 Timoteo 4.6-8).
 
6- Seamos agradecidos (1 Tesalonicenses 5.16-18). La gratitud nos permite disfrutar lo que tenemos, sin sobredimensionar lo que nos falta. La gratitud nos llena de alegría porque nos permite reconocer que todo lo que tenemos es un don del Señor. Nos regocijamos por su bondad y provisión. Pero, como muchas veces tenemos carencias y dificultades, sólo nos gozaremos por todo, cuando oramos sin cesar y vivimos llenos del Espíritu Santo (Efesios 5.18-20).
 
7- Confiemos plenamente en la gracia y en el amor del Señor. Esta fe nos permitirá saber que nada nos pasará sin que el Señor lo permita, y que todo contribuirá para nuestro bien espiritual y eterno y que nada ni nadie nos separará del amor de Dios  (Romanos 8.28-39).  Creer esta verdad nos consuela cuando la angustia nos invade y nos sentimos solos o incomprendidos (Salmo 40.16,17). Por otro lado tenemos la seguridad que Él tiene el poder para sanarnos si esa es su voluntad o para concedernos su gracias para sobrellevar nuestro dolor con paz y gozo, como fue la experiencia del apóstol Pablo (2 Corintios 12.7-10).
 
Conclusión
 
Podemos vivir en plenitud en la medida que somos llenos de la presencia del Espíritu Santo. Esa presencia divina nos permite sentirnos acompañados, protegidos, ayudados y fortalecidos. Como Pablo podremos decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13).
 
Apreciado adulto mayor, lo animo para que se fortalezca  y se goce en  el Señor y viva plenamente, en la medida de sus posibilidades. Acepte las realidades de su vida como parte de la voluntad de Dios para usted y trate de gozar al máximo de todas las cosas que tiene, sin  quejarse de aquellas que no tiene. Recuerde que, con la gracia de Dios, podemos disfrutar de la tercera edad, que es una de las etapas de la vida que él hizo hermosa para ser vivida plenamente a su tiempo.
 
Rogelio Nonini
22-04-017
 
 
 
 
 

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